Virilidad por los suelos

Virilidad por los suelos

Lorena Galo era una modesta manicurista de origen ecuatoriano que vivía en Virginia, Estados Unidos. Estaba casada con John Wayne Bobbit, quien había pertenecido al cuerpo de marines de ese país. Tenían frecuentes desencuentros matrimoniales con discusiones y episodios de violencia física. Él le era infiel, con frecuencia llegaba borracho a casa y la obligaba a tener relaciones sexuales. Las presiones económicas se sumaban a los problemas de esta pareja que; sin embargo, solo trascendían en el circulo de sus conocidos. Nadie suponia que podría alcanzar dimensiones más graves de las acostumbradas. Pero se equivocaban.

Una calurosa noche de junio de 1993 ella se hallaba en casa cuando John llegó en estado de ebriedad y la obligó a que hicieran el amor; en palabras de ella, ‘la violó’. Harta de esta situación que se repetía con frecuencia, después del coito ella se incorporó de la cama y se dirigió a la cocina, donde tomó un cuchillo. Cuando regresó a la habitación el hombre estaba dormido. Aprovechando esta circunstancia, lo emasculó. Mientras él se desangraba gritando de dolor, ella salía de la casa con el pene en la mano.

Abordó su automóvil y kilómetros más adelante lo arrojó a un lado de la carretera. Pasado un rato, cuando recuperó un relativo dominio de si misma, se detuvo para llamar al servicio de emergencias 91l y una ambulancia acudió en auxilio del hombre que se hallaba inconsciente, con una severa hemorragia que ponía en grave riesgo su vida.

La policía se dio a la tarea de encontrar el miembro perdido. Finalmente lo hallaron y lo guardaron en un contenedor con hielo para evitar su descomposición, y con la esperanza de reimplantarlo. El doctor David Berman, especialista en cirugía cosmética, encabezó al equipo médico durante la operación para reimplantar el pene a Bobbit, proceso que se extendió por nueve horas y culminó con éxito. Mientras tanto, Lorena fue buscada y detenida y en sus primeras declaraciones ante las autoridades explicó que lo había hecho porque era la única manera de evitar que su marido siguiera abusando de ella. La noticia de los acontecimientos dio la vuelta al mundo. Una encuesta de la revista Newsweek reveló que 60% de la población de Estados Unidos seguía con atención el caso a través de la prensa y los programas especiales de televisión que se le dedicaban.

Ese inmenso auditorio tuvo reacciones encontradas: mientras las feministas velan en los hechos un hito para la liberación sexual de la mujer, grandes sectores de la sociedad hacían bromas y caricaturas de lo que, en realidad, era un hecho terrible.

John Wayne Bobbit fue juzgado un par de meses después bajo los cargos de Violación. Lo declararon inocente pero se ventilaron suficientes elementos para que Lorena obtuviera el divorcio en 1996. En octubre del mismo año era ella quien estaba en el banquillo de los acusados.

Durante su juicio salieron a relucir otros problemas que habla padecido en el matrimonio y tal vez podrían explicar su conducta. Lorena afirmó que él jamás le habla permitido alcanzar el orgasmo y que siempre la golpeaba. La acusación más relevante fue que la había obligado a abortar un año después de casarse. Los especialistas que evaluaron el caso descubrieron que el ataque se había llevado a cabo cerca del aniversario del aborto y la defensa usó esta circunstancia como factor atenuante para la condena.

Después de siete horas de deliberación el jurado resolvió que Lorena era inocente y había sido presa de un ataque de locura temporal. El juez dispuso que fuera internada en una institución psiquiátrica para su observación. Tras 45 días de estudios y entrevistas se determinó que estaba en buenas condiciones y quedó en libertad. Al salir retomó su trabajo en un salón de belleza y hasta la fecha lleva una vida tranquila. Parece no estar consciente del desafío que con su conducta lanzó a una sociedad machista y a las ideas comunes de masculinidad.

El destino de su ex marido fue mucho mas curioso. Tras recuperarse de la cirugía reconstructiva comenzó a trabajar como actor de películas pornográficas en las que se hacia referencia al ataque de Lorena y mostraba poderosas erecciones. Fue empleado de un prostíbulo, chofer de limusinas y ministro de un culto protestante. Su nueva esposa lo denunció por violencia doméstica en tres diferentes ocasiones. En una de ellas lo hallaron culpable, en las otras dos lo declararon inocente.

A la fecha la historia de esta pareja forma parte de la cultura popular. Al mismo tiempo, sigue intrigando a los expertos que lo han tomado como ejemplo del enorme peligro que significa la violencia en los hogares comunes y los traumas que puede sufrir una mujer cuando se le obliga a abortar.

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